Kunming:
Después de 18 horas de tren llegamos a Kunming a las 11 de la mañana. El plan era pasar el día en Kunming y coger otro tren nocturno para Lijiang esa misma noche. Así que nada más salir de la estación dejamos las mochilas en la consigna y a patear la ciudad.
Como no, no teníamos demasiada idea de lo que nos íbamos a encontrar, pero lo que no esperábamos era una inmensa ciudad, totalmente en obras. La ciudad según la guía tiene un millón de habitantes, aunque según unos españoles que nos encontramos allí, tenía 6. La verdad es que es una ciudad muy grande y tampoco tiene demasiadas atracciones, un templo budista bastante grande y bonito y un parque lleno de gaviotas que vienen de Siberia. Otra cosa entretenida de la ciudad es la cantidad de chinos que se juntan en el parque. Hay hordas de chinos haciendo gimnasia y una especie de congas bailando, coros de chinos y espectáculos folclóricos.
Otro highlight de Kunming fue probar el jamón chino. Paseando por el centro de la ciudad, que está atestada de centros comerciales y tiendas occidentales encontramos un carrefour. Como no habíamos comido todavía decidimos entrar para ver si podíamos comprar algo. Ojeando productos vimos una zona de "charcutería", donde había algo similar a chorizo, algo similar a fuet y un montón de jamones. Intentamos explicar al charcutero que queríamos jamón en lonchas, pero el tío parece que no nos entendía y los chinos deben comprarlo por trozos, así que tuvimos que comprar uno envasado en lonchas. El aspecto no era malo, así que al carro. También encontramos pan, ya teníamos una típica comida china, bocata de jamón en la puerta del carrefour. El sobre de jamón (1.5EUR) es un pequeño timo, porque la mitad del sobre cuando lo abres es grasa, pero bueno, fue suficiente para un par de bocatas. El jamón, por mucho que lo intenten copiar es lamentable, salado y con un sabor raro, así que todavía les queda un poco para hacer la competencia a Jabugo.
Como teníamos hasta las 22 horas hasta coger el tren decidimos dar paseos por la ciudad sin demasiado rumbo pegándonos la clásica pateada gratuita.
Lijiang:
6:33 de la mañana llegada a la estación de Lijiang de noche después de un viajecito movido en tren en el que se dormía de pena, cuartito de hora esperando al bus para que nos lleve a la ciudad y búsqueda de hostal.
Lijiang es una ciudad súper bonita, con mil callejuelas y canales en las que es bastante fácil perderse. Es verdad que la ciudad es un poco artificial por el tema del turismo, pero merece la pena pasar por aquí.
Toda la parte vieja son calles súper bien cuidadas con edificios bajos de madera. El problema de LIjiang es la cantidad de chinos que hay, aunque esto depende mucho de la hora en la que estés. Cuando llegamos por la mañana la ciudad estaba totalmente desierta, a partir de las 11 de la mañana se empieza a ver gente y va creciendo a medida que pasan las horas. Por la noche no sabemos si de debajo de las piedras, pero miles de chinorris salen a pasear, a comer y a comprarlo todo por las calles.
Como nos veíamos con fuerzas, una vez encontrado sitio para dormir, nos fuimos al Dragon Black Pool, un estanque bastante grande en la parte norte de la ciudad vieja. El paisaje desde el parque está muy bien, ya que en el estanque hay un par de puentes bastante bonitos y de fondo las montañas nevadas...
Desde el estanque también se puede acceder a Elephant Hill, subiendo un pequeño montículo lleno de escaleras para variar, desde donde se puede ver todo Lijiang, tanto la parte vieja como la nueva.
A la bajada nos paró un americano de unos 70 años que llevaba viviendo en Lijiang 1 año. El tío era bastante majo y nos dio bastante información de los alrededores. Como contraprestación nos quedamos un rato en su bar (no sabemos porque pero era Nordik Delight y el tío era de California) que tenía internet y la cebada de Susana no resistió y claudicó pidiendo una cheese cake con oreo, para seguir con la tradición petante.
Al día siguiente decidimos cambiar de hostal, ya que en el que estábamos hacía un fresco importante. Siguiendo las instrucciones que nos había dado el americano, alquilamos unas bicis en el hostal para ir a Suhe y Baisha. No teníamos mucha confianza en llegar a ninguno de los dos sitios, en parte por nuestra capacidad para perdernos en casa y en parte porque los mapas de China son muy bonitos pero el tema de las escalas no lo tienen muy pillau.
Increíblemente, eso sí, preguntando en varios cruces y rotondas, conseguimos llegar a Suhe. Es un pueblo al estilo de Lijiang en más pequeño, con sus canales y con turistas, pero muchísimo menos masificado. Dimos una vueltilla en bici por el pueblo y paramos a comer algo. En este caso un Naxi Sandwich (Naxi es una etnia muy presente en esta zona), una petada de dos rebanadas redondas de una especie de pan muy rico rellenas de queso de cabra (un poco flojo), lechuga, tomate, huevo y pepino. De postre un yogur de leche de YAK, buenísimo, se toma con pajita y es un poco más fuerte que un yogur normal pero nada ácido ni amargo.
Por la tarde bici otra vez en busca de Baisha. La señora del restaurante nos indicó el camino, que era bastante sencillo, así que inexplicablemente conseguimos llegar a Baishe sin dar 20 vueltas. Nos metimos a ver unos frescos a mitad de precio por estar cultivándonos con el estudio, aunque no duramos mucho en el complejo, ya que está claro que el arte pictórico nos es la materia preferida por ninguno de los dos.
Baishe es un pueblo menos turístico y si te das una vuelta una vez pasas los puestos de collares etc ves un pueblo chino más o menos de verdad, con sus casa en parte hechas de adobe, las grandes puertas de las casas, aunque luego las casas en sí sean bastante pobres.
Una vez de vuelta al hostal decidimos cenar allí mismo, ya que ofrecían cena típica Naxi por 1.80EUR. Petada increíble, cenamos 6 en nuestra mesa, una holandesa, un americano y dos americanas. No paraba de salir comida. Bol de arroz para cada uno, que en cuanto se te acaba te rellenan, pescado, pollo con verduras, verduras, coliflor con cerdo, unas vainas buenísimas y todo lo que se acaba lo reponen. Un infiernillo, además los guiris parecía que no habían comido en meses o realmente cenábamos con chinos, por que los 15 primeros minutos fue el campeonato de cebaus de la ciudad (menos mal que he sido entrenado en la peor plaza, una cena en Algorta con platos a compartir con gañanes, así que metimos codo como nunca y conseguimos cebarnos como siempre).
Tiger Leaping Gorge:
A unos 100km de Lijiang está la llamada Tiger Leaping Gorge. Según lo que hemos leído es la segunda garganta más grande del mundo, así que decidimos hacer un trekking de un par de días por la zona.
Todavía sin haber digerido totalmente los alimentos ingeridos la noche anterior fuimos a la garganta con una furgoneta del hostal, que nos llevaba directamente sin ir a la estación de bus por medio euro más (nos hemos vuelto unos pijos señoritos).
Entre pitos y flautas empezamos a andar a las 11:30. El camino es de subida durante 3 horas y pico, con unas pendientes bastante fuertes y las temibles 28 curvas. En todos los planos aparece el mito de las 28 curvas, que se supone que son un infiernillo para subir. La verdad es que al final es todo el rato de subida dura y las 28 curvas no son especialmente ninguna cueva, son más mito de la caverna que otra cosa. Una vez llegas arriba hay unas vistas impresionantes, estás a una altura de unos 2,700m y puedes ver el río desde allí. Llegado a ese punto comienzas a bajar por el lateral de la montaña, viendo debajo el río y en frente unas montañas rocosas y nevadas que llegan hasta los 5,000 algo metros. Tras casi 6 horas de pateada llegamos al Half Way Hostel, un hostal que a pesar de su nombre, no está en la mitad del camino, sino bastante más avanzado. Pasamos allí la noche, las vistas desde allí son impresionantes, sobre todo desde la terraza que tienen montada e incluso desde nuestra habitación se veían las montañas de enfrente.
Por la noche nos juntamos a cenar con dos taiwanesas y una pareja, él de UK y ella Koreana-Canadiense. La verdad es que la cena estuvo muy bien, ya que casi por primera vez no es la típica cena en la que la gente habla de sus viajes y chapas por el estilo. Las taiwanesas nos contaron bastantes batallas de china y nos echamos unas risas con ellas y el inglés era un cachondo. Una de las taiwanesas era escritora y a otra le gustaba mucho cantar, así que como la chica estaba pasándoselo bien nos dio un pequeño concierto cantándonos una canción en chino y otra en inglés. La verdad es que cantaba súper bien a capela. Nos dijo que cantáramos algo en español, pero por respeto y elegancia decidimos pasarpalabra.
No estábamos seguros de qué hacer al día siguiente, ya que había varias opciones y se suponía que nos quedaba poco camino por recorrer. Era un día de andar poquito y volver a Lijiang. Como no, el día de andar un par de horas se convirtió en más de 6 horas. Acabamos el camino que nos habíamos propuesto pero vimos que se podía llegar hasta el río haciendo la middle leaping Gorge. Así que bajamos hasta el río por un camino súper empinado. En el río puedes subirte a una roca bastante grande y estar muy cerca del agua que hace un ruido atronador. Después vuelta para arriba por otro camino. Como es casi una pared el camino está lleno de escalones e incluso hay tramos en los que es una escalera totalmente vertical que impone bastante. Da algo de miedo la verdad, pero las vistas son espectaculares.
Ya arriba, el plan era comer algo y coger un taxi que nos llevara a Quiaotou para coger el bus a Lijiang, pero en el hostal nos pedían 15EUR en total a dos holandeses y a nosotros, así que indignados comenzamos a patear por el lower trail, (creemos que unos 20 km o así). Menos mal que al cabo de 1,5horas andando una furgoneta paró y nos llevó por algo menos de 4 euros a los dos, porque sino igual no llegamos. Bus y vuelta a Lijiang.
Ya estamos en los últimos días de China, ya que el plan es pasar un día y medio en Dali y empezar a bajar hacia Laos, ya que el visado nos vence el 6 de diciembre y queremos dejar un par de días de margen.