Desde Gorontalo hay unas 17 horas de bus, así que nos levantamos pronto por la mañana y cogimos una fragoneta para llegar el mismo día a Palu.
Después de un cambio de rueda y múltiples paradas conseguimos llegar a Palu sobre las 23 de la noche. Fuimos directamente a un hotel céntrico que venía en la guía, pero estaba lleno, no creo que de turistas porque no se ve casi ni uno, así que esa noche tuvimos que ir a un hotel más carete, aunque la calidad no es que fuera nada del otro jueves. Los hoteles en Indonesia hasta el momento son bastante cutres y es difícil conseguir hoteles con ducha y que estén limpios.
Los dos días siguientes queríamos pasarlos en la playa, en Tanjung Karang, que está a unos 40 km de Palu. Palu en sí no tiene nada, así que dejamos las mochilas en el hotel y pillamos un par de ojeks (motos) que nos llevaran a la playa por 4 euros cada uno.
En 45 minutos estábamos allí. Nuestra sorpresa fue que no había nadie en la playa. Dimos un paseo por el pueblo, un pueblo muy tranquilo y con gente bastante maja (como siempre hasta ahora en Indonesia) y fuimos pasando por los diferentes bungalows de la playa y o estaban cerrados o estaban vacíos. Una señora nos hizo un buen precio por su bungalow (14 euros por dormir y 3 comidas para los dos) y allí nos quedamos.
La playa en sí no es muy grande, pero la arena está bien y el agua tiene un color turquesa espectacular. Además no había ni Rita, (por la tarde vimos a unos guiris, pero 4 gatos) así que perfecto para estar tirados en la playa todo el día. Así pasamos el primer día, del bungalow a la playa.
La playa, a diferencia de las de bunaken, estaba limpia y solo veías alguna pequeña botella en alguna esquina, pero no será porque la gente sea limpia sino porque la corriente es tan fuerte que se lo lleva todo. Allí estábamos, tranquilamente bañándonos en el agua transparente cuando un cabr**** viene con una caja llena de basura y la tira al mar, y tranquilamente a nuestro lado. Por supuesto nos pusimos a gritarle de todo en plan indignados, por tirarnos la mierda a la cabeza y por tirar mierda en general, pues el cabr***** de él siguió tirando cajas, aunque esta vez al otro lado para que no nos viniera la basura. El tío no hace señas como “que más da? El mar se lo lleva todo”… Y así es, lo tiran todo como muy tranquilamente y desaparece, hasta que miras en el recodo donde la corriente lo lleva todo y ves cantidades ingentes de plásticos y bolsas.
Al día siguiente playita por la mañana, comida gratis que nos dio la señora y último chombo. Cogimos otra moto y para Palu, para ver si había bus a Tentena, nuestro siguiente destino. Al final sólo había un fragoneta hasta Poso. No queríamos perder el siguiente día entero viajando, así que lo pillamos para pasar la noche en Poso y al día siguiente llegar a Tentena por la mañana.
El tema del transporte aquí es bastante complicado. Para variar cada ciudad tiene varias compañías con varios lugares de partida y siempre hay también una terminal a las afueras de la ciudad. Además, nadie tiene ni idea de los horarios de los autobuses o furgonetas, así que siempre pierdes tiempo esperando en las estaciones.
El tema del idioma también lo hace un poco difícil, además la gente te habla sin parar pero alguna que otra palabra ya hemos aprendido para poder defendernos algo en Indonesio. A los indonesios les encanta el fútbol y no paran de comentarnos jugadores del barça y de la selección española. Nos hablan en su idioma y nos preguntan a ver si hablamos indonesio como si en el resto del mudo la gente lo hablara. Lo bueno es que el indonesio se pronuncia igual que se escribe, es decir, como el español, así que poco a poco vamos aprendiendo palabras y haciéndonos entender.